10 cosas que todos hemos hecho los primeros años de los 2000

Sin apenas darnos cuenta ya estamos a sólo 4 años de entrar en una nueva década, y sin embargo, los correos con guiones bajos y los flequillos pegados a la frente aún parecen muy cercanos.

Ahora que las gargantillas (chockers 15 años después) han empezado a conquistar nuestros cuellos y que Juan Camús se ha dejado ver por la tele de nuevo, no está de más recordar otra época de nuestras vidas. En este caso me he decantado por aquellos maravillosos años en los que estábamos en la flor de la adolescencia: la primera década de los 2000... ¿Me da miedo hacer memoria? Sí, ¿me gustan los retos? También.

1. Hacernos la manicura francesa con típex. ¿Es vergonzoso? Más que probable, pero es que había pocas cosas mejores que hacer en las horas libres del instituto, y era mucho más sencillo que hacerlo con los utensilios reales.

2. Mandar zumbidos como si no hubiese mañana para que nos echaran cuenta por MSN, o simplemente para dar la lata, eso sí, pocas técnicas ha habido tan efectivas como esa para cumplir sus distintos cometidos. Y también nos daba por poner a este cerdito a bailar en pantalla.

3. Leer todos los hilos de conversación del foro de la revista SuperPop y temer por el futuro de la sociedad. Forocoches se quedaba en pañales al lado de este invento. Se leían unas cosas, unas preguntas, unas dudas, unas inquietudes, unos testimonios... Tan impresionante que era recomendable minimizarlo si se escuchaban pasos a tu espalda.

4. Crepúsculo, y más Crepúsculo y cuando ya no quedaba nada más, Crepúsculo. Y los otros tres libros de la saga, pero sobre todo el primero, porque todos nos creíamos los personajes del libro y no veíamos nada de eso de lo que ahora nos advierten en las charlas sobre el rol de Bella.

5. Internet era sinónimo de Tuenti, porque sólo unos españoles podían mejorar lo que ya ofrecía Facebook para destinarlo a una manada de adolescentes que sólo querían mandar mensajes privados y expresar sus sentimientos más profundos en sus estados. Eso sí, para decir que luego no les pasaba nada, que "sólo era una canción".

6. Tener un correo que seguía un patrón establecido (no sé por qué clase de demonio). Básicamente plagado de guiones bajos, equis o "esehaches" que sustituían a ches y todo acompañado de tu ciudad de residencia o tu año de nacimiento. ¿Quién nos iba a decir a nosotros que un futuro no muy lejano nos avergonzaríamos de eso? O lo que es peor, que por tal de no quebrarnos la cabeza acabaríamos escogiendo el que nos sugiere Gmail.

7. Ver FAMA, ¡a bailar!, y si no lo hacías tú alguien te lo contaba durante el recreo y te imitaba al profesor Rafa Méndez diciendo "AMAZING!".

8. Mandar, si eras de Vodafone, el mensajito de "Llámame que no tengo saldo" para que el amigo de turno que era de contrato se gastara los billetes en llamarte.

9. Peinarte con un flequillo horrible que comenzaba al otro lado de tu cabeza y se distribuía por toda tu frente. Si acompañabas este favorecedor peinado con un collarcito de conchas, ya eras lo más del mundo. Los chicos también tenían su propia versión. 

10. Hacer fotos de perfil con tu cámara del móvil (si es que tenías) de 1.8 megapíxeles, o lo que es mejor con la VGA del celular. ¿Podía haber más magia en ese momento? Sí, añadiéndole que llevases el peinado del que hablaba antes... Sin embargo, si de estos dispositivos hay algo que destacar, es lo bien que quedaba cerrar la tapa con fuerza.

Y voy a parar ya porque el cajón de mierda es amplío y no quiero herir sensibilidades entre las que se encuentra la mía.

 

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