10 situaciones que reflejan que somos la generación del postureo

Ha llegado la hora de bajarnos los humos.

El postureo ha llegado a nuestras vidas sin que nos diésemos cuenta.

De repente, todo el mundo sabe de todo y a todo el mundo le va mejor que a ti. Menudos viajes, menudas comidas, menudos TODO. Y no. 

Por eso ha llegado el momento de que nos bajemos los humos. Al menos un poco, que ya sería un buen comienzo. Y es precisamente eso lo que ha pensado EVO Banco, el último de los bancos en llegar pero el primero en decir que NUNCA IGUALES.

Y es que con su campaña #BajémonosLosHumos pretende cambiar la opinión que la gente tiene de los bancos ofreciendo su cara más transparente. Desde el lanzamiento de la misma se ha iniciado una conversación en redes sociales —principalmente en Twitter— en el que la gente está contando sus experiencias o situaciones en las que les han bajado los humos alguna vez.

Nosotros también nos apuntamos y hablamos de esas situaciones que son el máximo exponente de cómo el postureo está dentro de nuestras vidas y cómo no viene mal, de vez en cuando, bajarnos los humos y ser transparentes con el resto de personas.

1. Poner en inglés el título de tu nuevo trabajo en LinkedIn.

Sabemos que se te dan bien las redes sociales, que has empezado como becario en una empresa para llevar su Twitter, pero quizás lo de Social Media Strategist Junior sobraba un poco, ¿no?

2. Hablar de directores de cine alternativo para parecer súper culto.

No sé que manía tiene la gente con el cine sueco independiente, pero sabemos que no has visto ni el tráiler de todas esas películas que dices y que cuando ponen Pretty Woman eres el primero en pillar helado y envolverte en la mantita.

3. Decir que hablas varios idiomas, incluido el portugués.

Y el único portugués que has leído en tu vida es el de la caja de cereales cuando desayunabas de pequeño.

4. Decir que odias el reggaeton, casi cuestionando cómo esa música puede existir.

Pero salir de fiesta y volverte loco cuando suena Maluma, Daddy Yankee, la Gasolina u otros derivados del petróleo.

5. Pagar 15€ por un Gin-Tonic como que no te doliese en la cartera.

Y que además de no saberlo pronunciar correctamente, no sabes diferenciarlo de uno de garrafón.

6. Publicar algo en inglés en Facebook para que se note que manejas.

Pero no sin antes haber pasado por Google Translator para asegurarte de que está bien escrito. No vaya a ser que además de inculto quedes como un imbécil.

7. Poner frases intelectuales y filosóficas en Instagram.

Aunque lo más filosófico que hayas leído haya sido Fray Perico y su Borrico cuando estabas en 4º de primaria. Alea iacta est.

8. Lamentar por Twitter la muerte de un cantante como que fuese tu mayor referente.

E ir a buscarlo en Spotify porque no sabías ni quién era, ni si tocaba en la Orquesta Maravillas o en un grupo mítico de Detroit.

9. Decir “Aquí sufriendo” cuando subes una foto en la que se ve que estás de lujo en la playa/piscina.

Y luego decir “Nah, estoy bien” cuando de verdad estás sufriendo por algo. Si lo sé, ni pregunto.

10. Pedir un Ribera de Duero para un buen maridaje e inclinar la copa para ver cómo llora el vino.

Y el que va a llorar de verdad eres tú después de la comida al ver la cuenta.

Hemos sido los últimos en llegar pero los primeros en decir #BajémonosLosHumos
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