12 tipos de compañeros de viaje

Si has viajado sabes de lo que hablamos.

Todo aquel que haya tenido que coger un tren o medio de transporte colectivo se ha encontrado con ellos. Hombres y mujeres que hacen más rico y diverso este mundo. Todos achuchables.

1. El hablador. El nombre ya es muy descriptivo. Dícese del hombre o mujer, normalmente mayor, que utiliza la red social más antigua para compartir la vida: los trenes. Normalmente, no le importa si le contestas o no, y te hablará aun cuando tú des indicios de no escucharle como, por ejemplo, poniéndote los auriculares. Da igual. Hoy te tocará saber la historia de Paca, la madre de la panadera de su pueblo.

2. El silencioso. El extremo contrario al hablador. A este, le dirás hola y ni te contestará. Con suerte, te mirará mal. Todo el trayecto intentarás camuflarte con tu asiento con cara de miedo y procurarás no molestar a tu compañero.

3. El bell@durmiente. Normalmente un hombre con ligero sobrepeso y con una baba muy espesa. Podría dormirse hasta de pie pero, ya que tiene asiento y a ti de compañero de viaje, prefiere utilizar tu hombro como almohada para su cabecita de 10 kilos. Enhorabuena, ya puedes poner en tu currículum que tienes experiencia de almohada. Hoy en día, se necesita ser multidisciplinar.

4. La discoteca. Dícese de aquella persona que usa los auriculares como altavoces y que pone banda sonora a tu vida. Lógicamente, no podrás decirle que baje el volumen, puesto que su sordera ha llegado a unos extremos en los cuales no escucha ni sus pensamientos.

5. El locutor de radio. Dícese del viajero que utiliza el móvil como si su interlocutor estuviera en la acera de enfrente. Es una buena forma de amenizar el viaje, sobre todo cuando te toca escuchar sus gritos a tres centímetros de tu cara mientras te salpican sus babas. Otro tipo de locutor es el que no utiliza el móvil, sino que habla con su familiar/pareja/amigo como si estuviera sordo, lo que ha podido pasar si era un viajero tipo “discoteca”. Dan ganas de decirle: “Perdone, voy a dormir/leer/pensar, ¿le molestaría? No quiero causarle perturbaciones”.

6. El melancólico. Se trata de aquella persona que durante todo el viaje mira el paisaje por la ventanilla, con ojos acuosos y probablemente cantando a Alex Ubago en su interior. Estarás en tensión todo el viaje, esperando que no salte por la ventana.

7. El empresario. Sacará su netbook, olvidando que esos aparatos se quedaron obsoletos a los dos días de salir; o, en su caso, sacará una tablet en la que ha invertido todos sus préstamos, y se pondrá a teclear como si no hubiera mañana, mirándote mal al mínimo sonido que hagas, aunque sea respirar. Por supuesto, en realidad no está trabajando, estará escribiendo la lista de la compra o algo así.

8. El observador. Dícese de aquel viajero que no te quita los ojos de encima. Suele pasar cuando te tocan asientos enfrente. Probablemente te hará llegar a un punto de incomodidad de no retorno, después del cual acabarás en el baño o al lado de la máquina expendedora el resto del viaje.

9. El niño. No el guapo traficante de la película, ni el jugador de fútbol. Hablo de aquellas pequeñas criaturas que van a destruir tu instinto mater/paternal para siempre durante el viaje. Para estos casos, no sirven los tapones. Recomendamos cloroformo. Para el niño o niña con coletas y mejillas sonrosadas.

10. El normal. El viajero calificado como normal es aquel que se sienta y pasa de todos. Llevará música a un nivel razonable y se pasará todo el tiempo del viaje contándole por whatsapp a su pareja que te estás durmiendo y le estás dejando baba en el hombro.

11. El perfecto. Dícese de aquella especie en extinción que te dice buenos días, te ayuda a subir y bajar la maleta, te deja viajar tranquilo y, en el caso de que quieras hablar, te ofrece conversación amena. Es el yerno perfecto.

12. Tú. Cada uno tiene, por su parte, un subestilo propio dentro de estos once tipos anteriores. Quizá eres el niño, o quizá seas de los que se toca la nariz disimuladamente como si no se notará que esta sacando toda la suciedad acumulada, o de los que no conoce que el agua sirve también para ducharse. Tranquilo, no te juzgo. Simplemente vete de mi lado.

Graduado en Derecho, estudiante de máster, ciudadrealeño de nacimiento y madrileño de adopción/elección. Aprendiz de ilusionista y de escritor. Amigo en potencia (para desconocidos) y en acto (para ya íntimos). Ni el fuego ni internet; el mejor invento ha sido la escritura.
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