7 cosas que odias de ir de compras

Pretty womaaaaaan, walking down the street, pretty womaaaaan, the kind I'd like to meet...

Vamos a hablar de compras ahora que se han acabado las rebajas, por si no habíamos pecado ya lo suficiente. Que sí, que ir de vez en cuando a comprar, está bien pero, ¡qué no todo es de color de rosa!

1. Esa madre que te abre la cortina del probador, cuando llevas 30 segundos dentro. Y sí, esto no es para nada una leyenda urbana, pero a ver madre, ¿cuándo me has visto a mí capaz de quitarme la ropa y ponerme otra tan rápido? Pues eso.

2. Que veas delante de tus narices cómo alguien se lleva la última talla de algo, que casualmente es la que tú necesitas. ¿Estaba esperando el momento justo para hacerlo delante tuya? Tú por si acaso, te pones a esperar disimuladamente por si (claramente no le está bien) no acaba comprándola.

3. La maravillosa y favorecedora iluminación de los probadores. A ver, ¿por qué soy capaz de verme hasta pelos que no tengo en las cejas con esa luz?, ¿por qué me veo ese defectito que no lograron corregirme los brackets? Y aún así venden en cantidades industriales...

4. La gente que va pintada como una puerta y que deja manchada toda la ropa. Si es uno de esos días en los que te maquillas con la pistola de Homer, pues al menos ten un poco de cuidado al pasarte ese top por la cabeza... ¡¡Qué no te roce la cara lo más mínimo!!

5. Las dependientas que no dejan de perseguirte para que compres algo pero que cuando las necesitas de verdad desaparecen por arte de magia. ¿Quién se supone que me va a traer la 34 del almacén?, ¿quién me va a dar permiso para entrar en el probador si llevo más de 6 prendas?

6. La cara que te ponen (a veces) cuando entras al probador con 10 prendas y te llevas la totalidad de 0. Que no es nuestra culpa que un vestido no nos convenza del todo... A ver, que si hubiera tenido el corte un poco más arriba, más vuelo y de otro color, yo me lo hubiera llevado, ¿quién me iba a decir a mí que no era lo que estaba buscando?

7. Que te dejen activada la alarma de un producto. Genial. Te sientes como Bonnie and Clyde pero en plan cutre, y encima se te pone la cara de ese color rojizo, sí, del mismo que el del vestido que te acabas de comprar... Hala, ¡¡ya llevas maquillaje a juego!!

Pero, ¡PERO! Hay una cosa que a mí al menos me hace olvidar todos estos tropiezos, os pongo en situación:

- Dependienta: "No creo que te vaya a estar buena esa talla"...

- Sujeto/ Compradora/ Clienta: "La verdad es que me la he probado ya... Y me la llevo, sí que me está bien"... BOOM.

Lo mejor es que después intentan arreglar la cag*** y te atienden como nunca. THUG LIFE.

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