7 cosas que sacan lo peor del ser humano

Ha llegado la hora de reflexionar sobre nuestra vida y hacer de este mundo un lugar más habitable. Con más latas de conserva abiertas.

1. Las rebajas. 

Puede que en España no sea tan drástico (aunque, aún así, sucede). Pero…¿habéis visto las cosas que pasan durante el Black Friday en EEUU? La gente sale herida. De verdad. Es muy fuerte. A veces las personas nos volvemos muy locas. Menos mal que la llegada del Black Friday a Internet ha reducido la tasa de mortalidad de esta época del año.

2. Las colas. 

Colas de tiendas. No seáis mal pensados. Da igual que estemos en un supermercado, en una tienda de ropa o en una recogida de alimentos benéfica. La impaciencia domina nuestros cerebros y nos hace llevar a cabo acciones y gritar improperios que, en condiciones normales, no diríamos. Y, aunque parezca mentira, lo peor son esas amables ancianitas que van a comprar al mercado un poco de fruta.

El tacatá se vuelve un arma muy destructiva, y su cara tierna y amable te impedirá hacer justicia si no quieres quedar como el villano del barrio. Además, siempre les quedará la última opción, que es decir bien alto: “Ay rico, déjame pasar, que solo voy a comprar un par de cosas”. Un par de mostradores. Durante un par de horas.

3. La cabalgata de Reyes.

Os reiréis y diréis: “¿Qué hay de malo en la Cabalgata?”. Lo sabéis. El momento en el que los Reyes y pajes empiezan a lanzar caramelos, toda la magia de la Navidad se ha perdido. Que los niños se lancen a por caramelos es normal. Lo malo es que se lanzan también los mayores, y no precisamente para dárselos a sus primos pequeños.

Ves a un hombre o mujer de 24 años con sus amigos y, de repente, saca un paraguas para que todos los caramelos caigan ahí, mientras las ilusiones de los niños se hunden en la miseria. Por favor, como propósito de año nuevo para el 2017: dejemos coger caramelos a los niños. Somos gentuza.

4. Los asientos del metro. 

Cuando un asiento en el metro, o en el autobús, se queda libre, empieza una lucha silenciosa entre, al menos, dos personas. Siempre. Se miran, miran el asiento. Normalmente ponen sonrisa forzada y le preguntan al otro si se quiere sentar. Pero, en realidad, a la mínima de cambio, uno de ellos ya estará sentados con un cojín y una manta, echándose la siesta.

Todo esto mientras el resto de pasajeros, de pie, se chocan unos contra otros y, de vez en cuando, se ponen a discutir: “¡Cuidado! ¡Mira por dónde vas! ¡No ves que no cabemos!”; todo ello mientras por lo bajo te hablan a ti intentando ganar adeptos a su causa, con frases como “es que la gente no tiene respeto”  y una sonrisa encantadora. Todo una farsa.

5. El fútbol. 

El deporte rey de nuestro país ha convertido a miles de familias en Capuletos y Montescos. La persona más encantadora de nuestro país puede tirarle una lata de Coca-Cola a un árbitro sin dudarlo ni un segundo. A ver, que somos personas. Que el hecho de que nuestro equipo gane, o no, no va a cambiar nuestra vida. Así que, por favor, controlemos nuestra furia inhumana y dirijámosla a algo más productivo. Como abrir latas de conserva.

6. Los atascos.

Da igual que sea un atasco de 50 metros que un atasco de 3 días, como los que se producen en China. El hecho es que, al igual que cuando estamos en la cola de una tienda, ver que estamos “perdiendo” el tiempo nos saca de nuestras casillas y hace que rompamos el claxon, las cuerdas vocales y la paz acústica del entorno. Por eso yo siempre voy en Jet-pack.  

7. La política.

Igualmente, las personas no nos casamos con otras personas, sino con nuestros partidos políticos. La política bien entendida hace crecer la sociedad. Pero, como se dice, “la ideología es la peor cárcel”. Y las personas del partido contrario no tienen porqué ser estúpidos ni demás adjetivos calificativos que se os puedan ocurrir y cuyo sitio no es este texto. Dejemos nuestros instintos asesinos a un lado e intentemos respetar y todo eso que se supone que sabemos hacer.

Paz hermanos.

Graduado en Derecho, estudiante de máster, ciudadrealeño de nacimiento y madrileño de adopción/elección. Aprendiz de ilusionista y de escritor. Amigo en potencia (para desconocidos) y en acto (para ya íntimos). Ni el fuego ni internet; el mejor invento ha sido la escritura.
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