8 cosas que aprendes cuando te marchas de casa

Dejar el nido mola, pero lo que te espera después no tanto.

Ni tu primer trabajo, ni la Universidad, ni los pelos en las axilas. El momento en el que te haces adulto es cuando te marchas de la casa familiar y, de una forma u otra, aprendes lo que todos necesitamos aprender en nuestra vida si queremos sobrevivir.

1. Cocinar no es tan malo. Lo peor es pensar qué cocinar, para conseguir una dieta variada. En este momento de tu vida es donde suele mostrarse tu creatividad inventando cientos de platos únicamente con pasta.

2. Las cosas no se auto-arreglan, ni auto-friegan, ni auto-nada. En casa de tus padres, las cosas siempre estaban funcionando y limpias, sin tener que mover un dedo. Olvídate. De repente, tu vida no será ni salir con tus amigas, ni echarte siestas de tres horas, ni siquiera estudiar o trabajar. La independencia es el eufemismo de la esclavitud de las tareas cotidianas.

3. Empiezas a incluir el valor económico de las cosas como algo a tener muy en cuenta. Cuando no te encargas de comprar comida, ni productos de limpieza, etc., te sobra dinero para comprarte ese póster que no vas a colgar o esos cascos nuevos tan bonitos. Cuando los gastos diarios merman tu cartera, aprendes a priorizar.

4. La plancha sirve para algo. Llega un momento en la vida de todo joven que se independiza en el que se da cuenta de que el número de arrugas en la ropa puede llegar a extremos en los que duele la vista. Y así es como el 90% de la población aprende a planchar.

5. Cuando te decían "apaga las luces" no era porque fueran vampiros cuya debilidad eran los alógenos. Desde que te independizas, miras las luces encendidas en una habitación vacía como una amenaza que puede impedirte comprar la comida de mañana.

6. Aprendes en cuanto tiempo un alimento deja de ser comestible. Y si no es por las buenas, lo aprenderás reflexionando en el baño durante un día entero.

7. El polvo existe. Todo parece limpio hasta que un día descubre pelotas de golf hechas de pelusas, notas el suelo un poco más oscuro de lo habitual y, de repente , ves una telaraña del tamaño de una cama elástica. Entonces, descubres que esa limpieza que se hace en la casa, por muy limpia que parezca a priori, es totalmente necesaria si no quieres vivir en un mar de nubes grises que vuelan por la casa al abrir la ventana.

8. Y lo más importante: entiendes porqué no se debe pisar el suelo que está fregado. Y te conviertes en dos cosas: en la madre de tus compañeros de piso cuando ves una sombra con la forma de una zapatilla amenazar tu victoria contra la suciedad y en el campeón del mundo de esgrima con el palo de la fregona.

Graduado en Derecho, estudiante de máster, ciudadrealeño de nacimiento y madrileño de adopción/elección. Aprendiz de ilusionista y de escritor. Amigo en potencia (para desconocidos) y en acto (para ya íntimos). Ni el fuego ni internet; el mejor invento ha sido la escritura.
Utilizamos cookies para personalizar su experiencia. Si sigue navegando estará aceptando su uso. Más información.