8 cosas que todos hacemos pero nunca admitiremos

Compartir noticias que no hemos leído.

Ven, ven y procrastina con estas ocho cosas que nos hacen un poco más cercanos.

1. Escribrir por Whatsapp, Facebook, Twitter o cualquiera otro instrumento de semejantes cualidades el típico “jajaja” cuando tu cara es la de Vicente del Bosque en la final del Mundial. De hecho, y como viene al caso, os contamos las normas sobre esto:

- Un “ja” es irónico;

- Un “jaja” es como un like en twitter (simpático pero no es lo que querías)

- Más de tres “jas” es psicopatía y/o borrachera.

2. Leer conversaciones ajenas en el metro/bus/cine/cualquier ocasión. Es necesario e inevitable. Si las escuchas, todavía tienes la excusa de que no puedes evitarlo. Pero todos leemos las pequeñas pantallas de los móviles ajenos. Se trata de un instinto que, seguramente, algún experimento demostrará que existe para sobrevivir y que viene de los monos, pero a día de hoy es simplemente que somos unos cotillas.

3. Decir que vas de camino cuando todavía estás desayunando. Es algo extendido en la sociedad, cual virus: puedes vivir en Barcelona y haber quedado en Lisboa hace cinco minutos, que cuando te llamen para preguntarte qué pasa dirás “estoy de camino” aunque acabes de cerrar la puerta de tu casa.

4. Procrastinar. Para quien, a estas alturas de Internet, no sepa lo que es: “acción o hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables”. Todos lo hacemos. Es decir, todos. Y va por orden de dificultad: preferimos quedarnos tumbados a ordenar la habitación, pero preferimos ordenar la habitación a estudiar. Y así, sucesivamente.

5. Compartir noticias que no hemos leído. Puede ser que la noticia que hayas compartido esté absolutamente en blanco, pero si el titular te ha impactado lo suficiente, retuitearás la misma o la compartirás en facebook sin entrar a leerla. Es así. En la era de la inmediación no podemos permitirnos el lujo de leer noticias de más de 140 caracteres.

6. Escribir una frase en twitter o instagram y sentirnos intensos. Normalmente, su tipología básica es la siguiente: “Cuando quieras volver, no estaré”; “Buenas noches, para quien las tenga”; “Sé a quién tener en mi vida, y a quién no”; o, básicamente, frases que antes formaban cadenas de powerpoint por los correos electrónicos: “Deja libre a quién quieres; si vuelve, será tuyo; si no, nunca lo fue”; “Los verdaderos amigos son los que están contigo cuando lo necesitas”; “Pregunte a las estrellas por mi destino, y todas se juntaron formando tu nombre y apellido”. Y así. Os voy a decir algo:

7. Subir fotos con millones de efectos y sentirnos profesionales. De hecho, todas estas fotos suelen tener algo en común: es un objeto/lugar/persona borroso con un filtro, normalmente en blanco y negro, y un par de líneas con alguna frase de las que acabamos de recoger anteriormente. Maldita sea, como a cualquier hijo de vecino me gusta echarle una foto al cielo y recibir 50 likes, pero nos estamos pasando ya.

8. Leer “The Idealist”. Aunque no queramos, es imposible. Al final siempre nos llega el vínculo por Facebook, o por un grupo de Whatsapp, lo que hará que perdamos mínimo veinte minutos de nuestro día (yatusabeh, procrastinar”. De hecho, iba a escribir unas 20 cosas, pero me voy a ordenar la habitación.

Graduado en Derecho, estudiante de máster, ciudadrealeño de nacimiento y madrileño de adopción/elección. Aprendiz de ilusionista y de escritor. Amigo en potencia (para desconocidos) y en acto (para ya íntimos). Ni el fuego ni internet; el mejor invento ha sido la escritura.
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