8 recuerdos de tu paso por el colegio (Parte I)

El peligro de rematar con la cabeza un balón Mikasa...

Estamos en la recta final de otro curso, y nos quejamos del agobio de los exámenes y trabajos o de selectividad, pero sin darnos apenas cuenta, esto también pasará volando, por eso, no es mal momento para hacer memoria de todo aquello por lo que ya hemos pasado, como nuestra estancia en el colegio y sus anécdotas:

1. Situación: partido en el recreo, 4ºA contra 5ºB, y un Mikasa como arma arrojadiza, ese balón que sólo los más valientes eran capaces de rematar de cabeza (no sé si sufrirían alguna consecuencia). Con franjas negras y blancas (beig por el albero) surcaba el cielo buscando a su próxima víctima...

2. Las fiestas del agua de fin de curso, que aliviaban las intensas jornadas de búsqueda de sombra en las mañanas de recreo de mayo y junio. Pistolas y globitos que refrescaban a esos pobres niños que sufrían las inclemencias meteorológicos para después volver a clase a hacer mosaicos con papelillos en la clase de plástica.

3. La fiesta de fin de curso en sí misma, que contaba con actuaciones de grupos que se formaban y disolvían con motivo de la misma (además de las organizadas por los cursos de alumnos más pequeños) y que usaban como tema de fondo para sus coreografías canciones como "La gasolina", "Rakatá" o cualquiera reggaetonera en general.

4. La figurita del nazareno que se hacía como manualidad todos los años en clase de religión, cuya forma era una especie de cono sin base y con una túnica que se podía decorar a gusto del consumidor. Normalmente la manualidad solía permanecer encima del televisor (cuando en las casas estaban los de caja ancha) durante un tiempo curioso.

5. El tarro de sal con franjas teñidas gracias al uso de la tiza. Este trabajo puede que lo hayas hecho en párvulos, y como mínimo en dos cursos de primaria, ¿qué quedaba mejor dentro de la vitrina que eso?, ¿una cristalería de Bohemia? Pues no. 

6. Sentirte agricultor (o biólogo) plantando una semilla (chícharo, garbanzo o lenteja) en un tarro con un algodón en la base. Para mí esto en concreto fue muy duro, porque la primera vez que lo hice, un niño tiró mi miniplanta al suelo.

7. La visita a una granja-escuela en la que teñías tu propio pañuelo, hacías tu panecillo (que luego nunca nadie se quería comer en tu casa) y un ambientador para el armario. Ese día además para sentirte más integrada en el entorno natural te comiste la manzana del desayuno con la piel.

8. Jugar a "matar" o balón prisionero, que era de lo más extremo que podía pasar en el patio. Te lo tomabas tan en serio que por tal de esquivar el balón le hacías sombra a los personajes de matrix.

To be continued...

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