Fui a ver "La Vida Moderna Live Show" por las risas y terminé coreando “UPyD”

10 razones por las que es el show más gamberro. La #2 hará que te estalle la puta cabeza.

Madrid. 30 de noviembre. Suena el teléfono.

—¡Que sí, que está bien, que te va a gustar!—me dice mi colega por teléfono. —Que te echas unas risas.

No es muy dificil convencerme para estas cosas, así que dije lo típico de "ahora te digo" y me puse a buscar sobre el espectáculo. No había nada en Internet. Lo único que encontré fue el programa de radio de la Ser que mi colega ya me había recomendado más veces que Stranger Things, Narcos y WestWorld juntas.

Sabía es que estaba presentado por el tipo espigado ese que sale a veces con Buenafuente, Broncano —el de las gafas no, el otro— y que estaban también Quequé —ese que me sonaba del Club de la Comedia— e Ignatius —el del grito sordo típico de Muchachada— metidos en el ajo, pero tampoco mucho más.

Resulta que la historia del show empieza hace un par de años, cuando alguien con muy poca cabeza, encargó a un Broncano aún sin barba un nuevo programa para la Cadena Ser—y no lo debió hacer tan mal el chaval porque en poco tiempo el programa pasó de ser semanal a diario—. Pero no hay duda de que gran parte del éxito del mismo viene también gracias a sus dos amigos y colaboradores, los ya mencionados Quequé e Ignatius, dos cómicos atípicos que de esto del humor también saben un rato.

Al entrar en el teatro Galileo Galilei no había ninguna silla libre y me percaté de lo variopinto del público, pensando para mis adentros: "putos millennials, de dónde saldrán tantos". Pero no solo había gente jóven, también de mediana edad y adultos, y hasta hoy no sé sí se habían entrado de casualidad o sabían a lo que iban. Cualquiera de las dos opciones fue un acierto, porque llevar al absurdo lo más cotidiano requiere un don, y estos tres lo tienen. Es como juntar Coca-Cola con Mentos, sabes que el resultado va a ser desternillante pero seguro que algo te salpica.

Así que vamos al grano, si eres de los que enseñan a su abuelo a usar Periscope para no ir a visitarle a la residencia, este es tu show, y aquí van 10 motivos:

1. El monólogo inicial de David Broncano.

Ya te hace entrar en el ambiente del show, una introducción a lo que será el resto del espectáculo con las primeras referencias a lo rídiculo de la modernez de nuestros días. Que sí, que sabemos que poner muchos hashtags en Instagram es ridículo a más no poder pero eso es sólo la punta del iceberg en la rueda de lo moderno que no para de girar.

#Dobleonada en The Idealist:

2. Por las noticias cotidianas que van a comentar.

Una serie de titulares que demuestran que el mundo se va a la mierda.

 

3. Y en especial esta portada en pantalla grande.

Porque no te lo esperas y porque te golpea en la cara aunque no quieras. Da igual lo que veas antes de dormir que esa imagen no se va a ir de tu cabeza nunca más. Aún tengo pesadillas. Como decía Broncano: "Los huevos de un yayo son inabarcables".

Si algo tiene de especial La Vida Moderna es que no necesita más que un par de noticias REALES de algún periódico para dejarnos con cara de WTF.

4. Porque pueden hacer que rompas con tu pareja.

Sí, posiblemente ninguno de los otros espectáculos que puedas encontrar en cualquier guía del ocio de Madrid te dirá "entra con pareja y sal sin ella" pero corres ese riesgo cuando Ignatius está en el escenario. No sólo porque pueda quitarse la camiseta o los pantalones —que sobre gustos no hay nada escrito, señora— pero irá a a atacar la complicidad que puedas que tener con esa persona con la que vas al show. ¿Tu pareja? ¿Tu follaamiga? ¿Tu amiga que te quieres follar? Nada de eso será posible. Por esto y por la imagen de antes, que no se va a ir nunca de tu cabeza, recuerda.

5. Y por el repertorio de Ignatius.

Más de un personaje que reconocerás fácilmente por los diferentes tonos de voces —o mejor dicho, gritos— que salen de su caja torácica. Angry Juan Ignacio, Osvaldo e Ignatius conviven en su puesta en escena con una bipolaridad parecida a la de tu novia cuando te dice que no le pasa nada, que tú sabrás.

6. Por la presencia de Héctor de Miguel AKA Quequé.

El señorío. La literatura. La RAE. Todo eso es lo que simboliza Quequé en el espectáculo en el que sirve de contrapartida perfecta al humor de Ignatius. Desde su dilatada experiencia en el mundo del humor y de la vida —sí, es un eufemismo para dejar claro que de millennial tiene poco— ha visto como la sociedad ha avanzado hasta un ridículo extremo desde que el era jóven hasta hoy.

#Dobleonada en The Idealist:

7. Y se ha hecho youtuber para explicárselo a los puretas, los de su generación.

Los que decían "Digamelon" cuando descolgaban el teléfono fijo. ESA GENTE.

8. También se tratan temas serios, como la política actual de este país.

Bueno, no nos engañemos, ¿desde cuando la política de este país ha sido algo serio? —saludos a la Fiscalía—. Si quieres puedes participar en el show levantando la mano cuando pregunten por un voluntario. Te tocará ser moderador de un debate acalorado e intenso sobre uno de los temas que escoge el público. En el Galileo se escuchó desde "bebes borrachos" hasta "los enanos y su enorme polla que les da en la frente". Un inmenso abanico de posibilidades.

9. Porque su principal objetivo es que la "rueda de la ofensa" nunca pare de girar.

Tienes que ir preparado para irte del teatro ofendido. Sí, algo tiene que haber que te ofenda. Y si piensas que no, lo vas a descubrir. Tratar temas polémicos, controvertidos y hacer una clara distinción entre el fascismo del bueno y del malo es algo que no verás en otros programas de genios mediáticos como Cárdenas o Pablo Motos.

10. Corearás UPyD aunque no quieras.

No he visto una campaña de publicidad subliminal tan fuerte desde aquella de la Coca-Cola en los cines que emitian un anuncio antes para que la gente saliese a por bebidas. Y es que sí, ese partido que pasó sin pena ni gloria por las elecciones tiene su apoyo incondicional en este show. De repente, y sin venir a cuento se escuchará "¡¡UPYD!!, ¡¡UPYD!!" más alto que cuando lo gritó Álvaro Pombo.

Me gustaría ver las caras de la gente paseando por la calle en ese preciso instante. Aquello tenía más pinta de secta que de espectáculo de humor, por mucho que lo dijese el cartel de la puerta.

 

LO MEJOR:

La capacidad de improvisación, por ejemplo Ignatius dando agua a todo el teatro con vasitos de agua y a botellazo limpio —lanzandolo al anfiteatro—.

LO PEOR:

Que la puta botella me diese en la cabeza.

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