¡Qué no me rescaten!

Esto es lo que nos pasó cuando nos dejamos secuestrar para ir a una de las mejores fiestas del año.

Como muchos ya sabréis (si sois buenos samaritanos y nos seguís en Twitter), el pasado jueves tuvimos el placer de asistir al #RaptoDesperados. ¿Un rapto? Sí, habéis oído bien. Que Desperados nos dice que nos quiere raptar, pues... ¡allá que vamos! En The Idealist nos gustan estas cosas, nos gusta el peligro. De hecho, parafraseando al gran Walter White de Breaking Bad, “nosotros somos el peligro”

Advertencia: Todo el equipo de The Idealist quiere manifestar que solamente asistió a esta lujuriosa y pecaminosa fiesta porque nos debemos a nuestros lectores. ¿Qué clase de narradores seríamos sino viviéramos la experiencia en primera persona?

Empecemos por el principio, cuando recibimos la invitación para el #RaptoDesperados, no le dimos casi importancia. ¡Por favor, asistimos a este tipo de eventos constantemente!

Además, nos pusimos lo primero que encontramos en el armario.

Al llegar al punto de encuentro, una cola que llegaba hasta Alcobendas nos esperaba junto a los autobuses. Tras mentalizarnos de que quizás pasado mañana conseguíamos subir al autobús, nuestro salvador (¡Un saludo a Sergio de Aplus!) nos dice que nosotros somos INFLUENCERS y no hacemos cola. De nuevo, no le dimos importancia...

Así que nos dirigimos hacia las furgonetas privadas con esa humildad que tanto nos caracteriza:

Por un momento, subidos a una furgoneta negra con cristales tintados hacia ninguna parte, esto nos paso por la mente.

Después de cruzar la aduana entre California y Tijuana, llegamos a nuestro destino. Y, por fin, vemos la que Desperados tenía montada para nosotros. OMG!

Para ser sinceros, nada del otro mundo. Solo había bailarinas salidas del Bar Coyote, un crazy barber, un taller de tatuajes, una grupo de skaters haciendo acrobacias, chicas semidesnudas bailando en una jaula, un decorado que lanzaba fuego... Nada especial que contar, vamos.

Aunque nuestro mayor miedo era sobrevivir a las barras libres de un minuto.

La gente bebía Desperados como si no existiera un mañana.

Y esta fue nuestra reacción al saber que había perritos calientes gratis.

Muchos chicos se metían en las jaulas para disfrutar de un “baile privado” y fardar entre los amigos. Pero claro... al final pasaba lo que pasaba.

Llegado el momento, los corrillos y las dance battle comenzaron a surgir. 

Te das cuenta que todos los que te rodean parecen salidos de un videoclip...

...menos tú.

El paso de la noche fue el twerking y nosotros nos intentamos unir a la moda. Pero...

Si tenemos que quedarnos con algo, nos quedamos con las lavadoras a modo de photocall. Aunque hay que admitir que a mucha gente se le fue de las manos...

Aunque para que mentir, los imitadores del Príncipe de Bel Air nos robaron el corazón.

Pero la magia surgió cuando llegaron ellos...

Desde aquí solo queremos decir a todo el equipo de Desperados que... ¡QUEREMOS QUE NOS RAPTÉIS OTRA VEZ!

#Quenomerescaten

En la vida real soy periodista. La moda es mi pasión y escribir, mi forma de vida; pero aquí, en The Idealist, dejo rienda suelta a mi humor más absurdo y a mi amor desenfrenado por los gif animados.
Utilizamos cookies para personalizar su experiencia. Si sigue navegando estará aceptando su uso. Más información.