Muchas veces, como varios trabajos, el de monitor está infravalorado, muchos creen que es cuidar a un niño en plan guardería y pim pam… ¡Pues No! Es mucho más que eso y aunque resulte agotador es un trabajo gratificante y a la vez divertido, veamos el porqué.
1. Ser el/la mayor mola. Todo lo que tú digas va a misa, al principio se muestran con poca confianza, pero se van soltando poco a poco ya catas a cada uno de que van y con quién van. Te siguen quieran o no.
2. ¡Señor, sí, señor! Llega la hora de meter broncas y se les queda una cara como si la misma bronca fuera de sus padres, alguno que otro te pone ojitos tiernos para dar pena, otros te miran con indiferencia y luego está el típico que se empieza a reír en tu cara, estos son los difíciles. Luego pegas un grito y más mudos que uno de los enanos de Blancanieves, tienes el poder.
3. Hey sociabilidad. Destinos nuevos, compis nuevos, es guay, conoces a gente con tus mismos intereses y además pasas muchas horas con ellos, por lo tanto, hay que hacerlo lo más cómodo posible. Siempre me los he encontrado a cada loco con su tema: de locura, de organización, de tranquilidad y el de dispersión. Claro, como no, luego está la birrilla después de un gran duro día de curro.
4. El ganso “all day”. Eso es una gran ventaja ríes mucho y te mueves de un lado a otro así que pierdes peso, oye tú, mejor que el Gym.
5. Ves a través de sus ojos. Los críos son tan inocentes que no sabes que se les va a pasar por la cabeza en ese momento y sobre todo los pequeños, no piensan, actúan.
Has organizado actividades para ellos, al ver el resultado y que lo están disfrutando te sientes satisfecha, no es un trabajo que cualquiera puede hacer, se necesita creatividad al poder y sobre todo MUCHA paciencia. A pesar de que algunos los matarías, les coges demasiado cariño, me siento orgullosa de trabajar prácticamente todo el año con estos mocosos, sacan el niño interior que llevas dentro y aportan más de lo que crees.