8 deseos para una eternidad

Quién sabe si tendremos otra oportunidad para dejarnos caer.

1. Ojalá la vida te haga esperar. Ojalá que las cosas buenas de tu existencia te vengan poco a poco, sin prisa por agotarse. Ojalá tengas que conocer la experiencia de aguardar mientras caminas, porque, mientras lo hagas, los vientos te traerán los momentos más dulces de tus días.

2. Te deseo que llores de alegría, de pena o de empatía, pero que llores, que te liberes, que te sientas vivo por el hecho de vivir. Hay suertes que no se miden, que se quedan en nosotros hasta nuestro final, y una de las más grandes es haber llorado de verdad.

3. Espero que puedas abrazar a alguien con la mirada, que de cada poro de tu piel brote la necesidad de transmitir cercanía y compasión. No puedo asegurarte que ese día te conviertas en un mejor ser humano, pero sí que comprenderás que hay conexiones que nacen del alma, y ahí se quedan.

4. Pídele a tu suerte que te traiga algún día de soledad. Es necesario asustarse con el ruido de nuestro pensamiento para poder encontrar un silencio que lo acalle. Nunca temas el espacio vacío porque, de él, nacerán las mejores ideas para ser llenado.

5. Deseo que te sientas desamparado y tengas el deseo de huir de tu presente, porque sólo así podrás encontrarte con otros lugares, vidas y manos que querrán arroparte. Vete cuando lo necesites y no temas llegar a un punto muerto; como bien sabes, el mundo se ha hecho con calles de sentido doble.

6. Deja que te dejen, de verdad. Conoce cómo es volver a sentirlo todo, poner de nuevo el pié en el suelo pensando en otro amor, en otros labios. Mima a otro, que se morirá por acariciar la suavidad de tus lunares, por dormirse a tu lado sin estarlo.

7. Ojalá te equivoques y nadie te impida hacerlo. Chócate contra tus desaciertos y enfréntalos directamente, porque te darán todas las respuestas que buscas, y quizás te ofrezcan alguna pregunta que te lleve a ver la siguiente puerta entreabierta.

8. Y, por último, te deseo que no encuentres la felicidad. Es el tesoro más valioso del mundo, pero nadie es capaz de atraparlo, sólo de disfrutarlo. Se comporta como las margaritas: tenemos que apreciarlas sin tratar de llevárnoslas porque, con el paso de los días, se pondrán mustias y acabarán muriéndose. Baila con ella y, si puedes, rózala, pero no te preocupes cuando se marche, porque volverá. Siempre vuelve.

La mayor suerte de todas ya la tienes, porque, aquí y ahora estás respirando. Así que exprésate, dile que la quieres, que le odias, márchate rápido, decide quedarte, cambia, recupera lo perdido, grita bien fuerte, quédate sin aire y vuelve a empezar.

Da el salto y tírate por fin; de esta vez tenemos la vida y la suerte de nuestro lado. Y quién sabe si tendremos otra oportunidad para dejarnos caer. 

Extrovertida, espontánea, precavida y bastante tranquila. Estudiante de Psicología en Santiago de Compostela. De aficiones muy típicas: la lectura, el deporte, la música de Coldplay y la cocina. Bueno, también me encanta el reciclaje. Como veis, probablemente lo que peor se me da en el mundo es hablar de mí en primera persona.
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