1. Los ruidos repetitivos. El que inventó los bolígrafos con click no sabía lo que hacía en ese momento. Intentar estudiar en la biblioteca o concentrarte en un examen mientras todos a tu alrededor clickan su bolígrafo compulsivamente es tremendamente enloquecedor. Cuanto más intentas eludirlo, más fuerte lo escuchas.
2. Los cubiertos mal puestos. Hay un protocolo al poner la mesa y no solo en los restaurantes. Ver en el comedor los cubiertos destartalados, puestos en diferentes posiciones, con la hoja del cuchillo mirando a un lado distinto por cada comensal, hará que esa persona maniática corra irrefrenable a colocarlos de manera correcta.
3. Los lápices de colores mal colocados. Aunque suene increíble, las cajas de pinturas traen una armonía cromática. Descolocar los colores provocará una mezcla desagradable. Será inevitable no colocarlos de nuevo en su sitio.
4. Las personas que cantan desafinando. Además de maniáticos, se creen perfectos. Solo ellos saben cantar, tararear o silbar. En el momento en que su acompañante interprete su versión y confunda una nota, ya puede empezar a correr.
5. El desorden de alturas. Ya sea en libros o en botes, los objetos no pueden estar colocados al azar. Deberán seguir un orden basado en la altura, siendo el más alto el que se coloque lo más próximo posible al lateral de la estantería donde se sitúe.
6. Los invitados que recogen la mesa al terminar de comer. Probablemente no coincidáis en la manera de hacer las cosas, asique si quieres volver a ser invitado más vale que te sientes y des una conversación entretenida a tu anfitrión mientras él recoge.
[Colaboración: Julia Martínez]