Todos los universitarios pasamos los mejores años de nuestra vida gracias al ambiente universitario. No tanto por la carrera en sí misma sino porque, seamos sinceros, la vida universitaria es bastante increíble: nuevos amigos, nuevo ambiente, nuevas fiestas, nuevos amores... Pero el buen rollo es limitado, hacia el final te encontrarás con gente a la que ya no querrás ni ver y, por el contrario, aprovecharás cada momento con aquellos a los que no querrás perder de vista en lo que te queda de vida. Y todo, en un último año, en el que además te planteas cosas como estas.
1. ¿Qué voy a hacer el año que viene? A todos se nos pasa por la cabeza qué haremos o donde estaremos el año que viene. No es un misterio que pasarán años hasta encontrar ese trabajo ideal con el que llevas soñando esos largos cuatro años. Aun así, con algo de suerte, estaremos fuera de España y sin ella, buscando más cursos que hacer. La denominada "titulitis" que tanto impresiona (o eso pensamos) a las empresas.
2. ¿Qué habrá sido de ese? De ese, de aquel y del otro. Admitámoslo, en primero todo es buen rollo, había macrosalidas en grupo y te conocías la vida de casi toda tu clase. Incluso tenías acceso a los apuntes de ese que siempre iba a clase (¿qué será de él?). Ahora, con algo de insistencia, consigues que el listo de tu clase te diga cómo se llama el profesor.
3. ¿Y el viaje de fin de curso? Otro dilema, mientras que unos quieren ir a lugares paradisiacos perdidos en plan mochileros, otros quieren pulsera de todo incluido y no salir del hotel. Además, a esto se suma el problema del precio, probablemente ese viaje que querías hacer se queda en una excursión al pueblo de tu amigo porque allí tiene piscina y barbacoa.
4. No tengo trabajo. Si has esperado al último año para hacer prácticas es probable que ni las empresas en las que se trabaja gratis quieran saber mucho de ti. Aunque, con persistencia, consigues acabar como chico de los cafés o de las fotocopias hasta que te dejen tocar los programas del ordenador a ti solo.
5. ¿Por qué he elegido esta carrera? Ya lo decía tu madre "esa carrera no tiene ninguna salida", pero ¿es que alguna la tiene? Tu vida empieza a dar vueltas alrededor de un agujero negro que se ha tragado todas tus energías y la vitalidad con la que empezaste en primero, en ese momento te das cuenta que si hubieras escogido la carrera en la universidad de la vida a lo mejor podrías vivir de tus padres.
6. Moriré sola. ¿No has conseguido un solo ligue en la universidad y tus conquistas se reducen a las salidas nocturnas y no han durado más de tres meses? No pasa nada, seguramente haya algún chico o chica igual de pringado (o más) que tú en la empresa donde vas a empezar tu nueva vida de explotación hasta que consigas ese puesto que mereces.
7. Me estoy haciendo mayor. Ya no sales lo mismo que antes, no te apetece quedarte todos los fines de semana por ahí y esperar hasta que abra el Metro sentada en las escaleras y con el maquillaje ya inexistente. Además, las discotecas a las que solías ir durante la carrera "solo tienen críos" sedientos de fiesta nocturna en sus primeros años matriculados en el nuevo mundo.
8. Ojalá nunca me separe de ellos. Una de las mejores cosas de la universidad es que los amigos que te han acompañado durante todos los cursos, son de verdad. Puedes contar con ellos aunque solo os conozcáis de cuatro años, y a veces sentirás que es más fácil hablar con ellos que con amistades de mucho tiempo antes que ellos. Quién sabe, quizá sea porque estudiáis lo mismo y tenéis personalidades más afines, o quizá porque, quieras o no, has madurado con ellos. Y una de las cosas que más te planteas es que ojalá que esas amistades duren mucho mucho más.
9. En serio, ¿qué mierda voy a hacer el año que viene? Piénsate lo de tener un año sabático, aunque sea autoconvéncete de que es lo mejor que puedes hacer y no de que es tu única opción. Queda mucho mejor que contar que las empresas quieren a personas de 22 años con 30 de experiencia.
[Colaboración: Laura López]