11 situaciones que solo conoces si pasas tus veranos cerca del mar

Crecer cerca del mar es un tesoro que por desgracia no todos poseen

@lydiamartinsing

Crecer cerca del mar es un tesoro que por desgracia no todos poseen. Si has tenido la suerte de vivir con el olor a sal como protagonista de tus días, recordarás momentos inolvidables que, sobre todo, se suceden en los meses de verano. A continuación os presentamos 7 situaciones que sólo conoces si has crecido cerca del mar y que seguro que te sacarán una sonrisa

1. Hacer digestiones de más de una hora. Clásico entre las madres especialmente si has crecido en los años 90. El miedo a que sus hijos sufrieran un corte de digestión era tal que no te dejaban meterte al agua hasta más de una hora después. Claro, que cuando nos metíamos al agua llevábamos la comida en la planta del pie.

2. Competir por hacer el mejor castillo de arena. Fijarte en el que había cerca de ti e intentar hacerle la muralla más alta o con más torres. Seguro que incluso has vivido ese gran momento en el que todo tu trabajo se ve derruido a causa de una ola que traspasa las fronteras de tu castillo.

3. Enterrarse en la arena. Enterrar en la arena a todos tus amigos y que ellos te entierren a ti dejando sólo la cabeza fuera de ella para poder respirar.

4. Jugar a las palas hasta que te duelan los brazos. Si desde pequeño te han enseñado a jugar bien a las palas, cuando crezcas sólo podrán ser tus competidores aquellos que también hayan crecido cerca del mar. En esta parte incluimos también el desparecido frisbi que en los 90 aún era protagonista de nuestros veranos.

5. Hacer la “croqueta” en la arena. Rebozarse en la arena hasta que no quede una parte de tu cuerpo sin cubrir. Eso sí, cuando intentabas quitarte la arena dentro del agua te dabas cuenta de que costaba más de lo que pensabas y aún cuando llegas a casa sale arena de todas partes.

6. Los picnic nocturnos. El mejor sitio para cenar es la playa. Puedes huir de ese calor asfixiante y sentir la satisfacción de que la brisita marina te refresque por las noches. De pequeños disfrutábamos más en familia y conforme crecemos adaptamos los picnic nocturnos a nuestro antojo y disfrutamos de ellos con nuestros amigos.

7. “Pescar” con botellas de plástico cortadas. ¿Cañas de pescar? ¡Para qué! Cualquier niño pequeño en la playa bien sabe que si cortas una botella de plástico por la mitad y le metes pan puedes capturar peces pequeños y luego volver a echarlos al mar. Sólo necesitas unas buenas gafas de bucear para estar al tanto del momento de la captura y poner la botella enterrada en la medida justa en la arena para que no flote y entren los peces.

8. La nevera azul: la protagonista de tus veranos. En ella hemos visto guardar la clásica tortilla de patatas o la carne con tomate hasta el tinto de verano. Tanta es la aceptación de este utensilio que seguro que cuando hayas ido a comprarte una para llevar tus propios picnic has acabado comprando la misma que llevaban tus padres a la playa. Pocos objetos se han creado más indestructibles que éste.

9. El baño de antes de dormir. Un bañito ayuda a refrescarte y dormir mejor y bien lo saben aquellos que tienen cerca la playa. Un baño antes de la hora de comer te asegura una buena siesta y un baño a media tarde cuando se pone el sol te refresca para que duermas mejor por la noche.

10. Desafiar a las olas: cuanto más grandes, mejor. La advertencia de tus padres de que hay olas o bandera amarilla y tengas cuidado las recibe tu cerebro como “prepárate para un día de emociones”. Seguro que recuerdas más de un día en la playa buscando en qué punto exacto rompe desde más alto la ola para ponerte debajo.

11. Estrenar cada año nuevo hinchable, tabla de surf o colchoneta. El primer día de playa tocaba lucir los hinchables en la playa a ver qué nuevos modelos había para divertirse. Destacan el clásico cocodrilo de los 90 o las colchonetas gigantes donde cabían 5 ó 6 personas y que tardabas más de media hora para hinchar.