Gracias, gracias y mil veces gracias, porque nos habéis hecho mejores, porque nos habéis dejado una montaña de aprendizaje que ningún maestro podría igualar, aunque quisiera.
Hay quien, realmente, ha sido dañado. No por amor barato, ni pérdidas estúpidas, ni por caerse desde el cielo. Hay quien ha sufrido el peor terror del mundo: el causado por otro ser humano.
Lo que más me ha dado y nunca me ha quitado es el amor. Y es que a veces nos asusta mucho, muchísimo, porque nos sacude por entero, porque nos empuja hacia los lados mientras nosotros, funambulistas de nuestra vida intentamos llegar al otro lado.