11 cosas que pasan si vas de viaje con tus amigos

Porque los viajes con amigos siempre son inolvidables.

Nada como ir de aventura con tus amigos.

1. En estos tiempos que corren, con toda la tecnología que tenemos, parece imposible, peeero… Acabaréis perdidos, o lo que es peor, dando vueltas en círculos sin parar de escuchar la melodiosa voz (nótese la ironía) de la chica de Google Maps: “En la próxima rotonda tome la primera salida.” (Mientras tú piensas: vale, esto es fácil, primera salida), “Continúe en dirección suroeste” (¿Suro…Qué? Si no sé dónde estoy, cómo voy a saber dónde está el suroeste), “Gire 60° al noreste” (¿Alguien tiene un transportador de ángulos por el bolso?), “Espere un momento, recalculando ruta” (¡Que encima te has perdido, cabrona! Ahora sí que estamos bien), “Continúe 200m. Ha llegado a su destino” (¿Mi destino es un descampado? ¡¿Se puede saber dónde está mi apartamento con vistas al mar?!)

2. Ocurrirán putadas a diestro y siniestro y todos os reiréis de la desgracia ajena, hasta que os toque a vosotros. Véase, por ejemplo, que vais todos caminando por la calle y una amable, bonita y apacible paloma encuentra que tu camiseta es el lugar perfecto para depositar un bonito y oloroso regalo, dato del que tú no te das cuenta hasta que tus amigos están tirados en el suelo descojonándose o que después de terminar de cenar, justo antes de irte de fiesta, tengas la buena suerte de tirarte el café encima (a punto de ebullición, porque las cafeteras de los bares no conocen otra temperatura). Llegados a este punto es muy probable que el de la cagada de paloma sienta que su venganza se ha cumplido y suelte un comentario similar a este: “Já, te jodes, por haberte reído de mí, el karma”, a lo que suele añadir dirigiéndose al resto “Cuidado que esto no ha hecho más que empezar, y la putada va en aumento.” Tenéis permiso para empezar a temblar.

3. Al salir de casa todo cabía perfectamente en la maleta, a la vuelta tendrás que usar 18 bolsas extra para que entre todo. "Pero si no he comprado casi nada… ¿Tanto ocupa el imán para mamá?"

4. No importa el mes del año o el lugar al que vayáis, de repente hará mucho calor (aunque estéis en los Fiordos noruegos) y luego misteriosamente lloverá como si no hubiera mañana (da igual que lleve sin llover 10 años). Después hará una temperatura normal. ¿Dónde está la trampa? ¿Ahora qué va a pasar? Nos atropella un camión fijo. Y aún tendréis que agradecer que no caigan meteoritos.

5. El nivel de confianza entre los miembros del grupo aumenta a medida que van pasando los minutos. Nunca habías pensado hablar con tus compañeros de carrera del llamado “momento All Bran” o de que si tus “atributos” son más grandes o más pequeños que los del resto y las ventajas y desventajas que esto tiene, pero lo haces, vamos que si lo haces.

6. El amigo GPS. Sí, es ese amigo que nunca ha ido a la ciudad pero que parece que lleva años viviendo allí, se conoce las calles que tiene que tomar para llegar al sitio que toca ver hoy y ¡sabe volver a casa! Si no es por él/ella esa noche dormís en un banco en la calle. A veces incluso, cuando Google Maps dice lo de “Recalculando ruta” él/ella dice: “vamos a probar a ir por ahí que yo creo que por allí llegamos antes.“ Y, misteriosamente, llegáis antes.

7. Queréis comprar algo igual todos para recordar el viaje. El problema comienza cuando tenéis que elegir qué objeto vais a comprar. Aquí hay una amplia gama: estuches, pulseras, llaveros, postales… Una vez elegido (después de tres horas comparando las ventajas de la pulsera frente al llavero), vais a buscar el objeto deseado en las tiendas de souvenirs, pero adivinad qué, no hay en ninguna. Volved a discutir cuál será el recuerdo que solo utilizaréis la semana siguiente a vuestra vuelta a casa.

8. Vayáis donde vayáis gritaréis, os reiréis y hablaréis mucho más alto que el resto de la gente de allí. Y como es lógico, la gente os mirará. También pasaréis por la fase “todo nos sorprende”: “Chacho, chacho, una droguería” (esto lo dirá el canario del grupo), “Tíiiiiaaaa, mira, ¡un gato!” (Vale que no estemos en casa, pero ¿de verdad te sorprende que haya gatos?), “Mira esa pedazo de…… (tortilla, galleta, hamburguesa, etc.)” (Y al unísono pensáis: ¡TENEMOS QUE VENIR AQUÍ!)

9. Todo viaje que se precie tiene su frase. Esa frase que aunque no venga a cuento hay que decir, sea la hora que sea y estemos donde estemos.

10. La odisea de: ¿Qué bebemos? “Yo ron…”, “Uff yo ron no, soy más de ginebra”, “Buah, quita, quita, vozdka”, “Pues yo bebo Champin” (El resto se gira, y con una mirada se entiende claramente un: ¿Que bebe qué? Este no se viene más…)

11. Y por último, y podría decir que más importante es que LO PASARÉIS COMO NUNCA Y ESTARÉIS DESEANDO REPETIR. Bueno, a mí por lo menos me pasa. Si a vosotros no, cambiad de amigos.

Proyecto de criminóloga, pesimista, egocéntrica y mal pensada. Defensora de las causas perdidas. Besadora profesional de ranas, sapos y culebras. Cualquier parecido con la coincidencia es mera realidad. 123cuatro.
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