11 situaciones en las que no puedes ser sincero aunque quieras

Tú tampoco le dices a tu amigo que tiene un moco.

Si eres de los que piensan que existe la sinceridad al 100% hoy nos hemos propuesto que te des cuenta de que la sinceridad real no existe. En determinadas situaciones incómodas no podemos decir lo que realmente nos pasa por la cabeza y buscamos otras vías de escape verbales o, sí; mentimos. Si aún así no estás convencido de que seas más fan de las mentiras piadosas de lo que imaginas, te presentamos a continuación 11 situaciones en las que no puedes ser sincero.

1. Cuando lleva algo entre los dientes. Típico momento en el que, por muy amigo que sea, ves que la otra persona lleva algo entre los dientes. Pero, ¿Cómo se lo dices? Al final decides pasar del asunto y esperar a que por sí mismo se dé cuenta cuando llegue a casa. Aplicable a ese incómodo momento en el que alguien lleva algo en la nariz…

2. Cuando queda un último trozo en el plato y nadie se atreve a comérselo. Situación que seguro habrás vivido decenas de veces: estás con tus amigos en un evento social y dejáis el último y solitario trozo en el plato, llamado comúnmente “el de la vergüenza” justamente por ese motivo. En ese momento alguien pregunta “¿Os vais a comer ese trozo? ¿Os importa que me lo coma yo?”. Sí, te importa; porque llevas esperando más de 15 minutos que nadie lo quiera para comértelo tú, pero no puedes decirle ahora que lo quieres así que acabas contestando algo así como “no, no te preocupes… comételo tú” mientras proyectas sin querer una mirada asesina hacia el atrevido que dejó el plato vacío.

3. Cuando te invitan a comer pero no te gusta la comida. ¿Cómo dices que no te gusta el menú que han elaborado expresamente para agradarte? Ya puede darse en la primera comida con los futuros suegros, en casa de unos amigos o en todo tipo de eventos. Seguramente tu paladar sufrirá uno de sus peores momentos intentando saborear esa comida que detestas y tendrás que controlar tus gestos para evitar que se note. Todo sea por no desagradarles.

4. Cuando le huele el aliento. Todos hemos sufrido las consecuencias de esas personas que deciden juntarse demasiado para hablar sin saber que su aliento es capaz de tirarte de culo. El problema es que nadie tiene el valor de ayudar a esa persona a que descubra el problema, ni siquiera cuando son amigos cercanos con los que tenemos auténtica confianza. Tu técnica para esto es retroceder poco a poco intentando recuperar un espacio vital mayor al que estás acostumbrado y así no tener que sufrir las consecuencias de ese mal aliento.

5. Cuando te hace una foto y no te gusta. Esperas elegir bien la persona a la que le vas a pedir que te haga esa foto que tan fantásticamente aparece en tu cabeza y cuando la encuentras y te la hace llega el momento crucial: el chequeo de la fotografía. La ves y te das cuenta de que no te gusta absolutamente nada y ante la pregunta de “¿Te gusta?” tú respondes hipócritamente… “Sí, ¡gracias!”, porque te da vergüenza decirle que no y pedirle otra. Entonces esperas a que pase otra persona y te haga la misma foto.

6. Cuando te regalan algo y no te gusta. A todos nos ha pasado alguna vez que nos ha costado no mostrar en nuestra cara que ese regalo que nos han hecho con tanta ilusión no cumple nuestras expectativas. Lo que haces es poner una voz algo más agudita de lo normal y decir que te encanta y que qué regalo más chulo… Acto seguido buscas como loco el ticket regalo para buscar algo que se asemeje más a tu estilo.

7. Cuando ves a alguien con la bragueta bajada. A pesar de que parece sencillo advertir a alguien de este pequeño despiste, nadie se atreve a admitir que ha mirado justo en esa zona para darse cuenta de que algo no está tan cerrado como debería.

8. Cuando ves a alguien con papel del wc en el zapato. Es un clásico hazmerreír sin demasiada explicación. En vez de contribuir a que la otra persona (que en muchas ocasiones es nuestro propio amigo) se deshaga del papelito, omitimos esta información y le dejamos pasearse por toda la ciudad con el zapato empapelado. Si se dan cuenta y te preguntan que por qué no se lo has dicho, no dudarás en responder eso de “es que no me he dado cuenta…”.

9. Cuando vas de compras con amigas y te preguntan que si te gusta lo que han elegido.  La típica respuesta de “No es mi estilo… pero seguro que a ti te queda bien” nos salva de muchas situaciones incómodas en los centros comerciales. Esa amiga con un estilo bastante peculiar o simplemente, muy alejado del tuyo, decide preguntarte si una prenda te parece bonita.

10. ¿Horas extras? No… no me importa. Mentira; siempre te fastidia que te sugieran horas extras por hacer un favor a un compañero o porque al jefe le viene mejor. Te gustaría decir que no tienes ninguna gana ni necesidad de trabajar más por la cara pero acabas afirmando que no tenías planes y que no te importa… Sin embargo, la sinceridad puede empezar a salir de ti si este favor se repite constantemente… ¡Cuidado!

11. Cuando te presentan al novio de tu amiga y no te gusta. “Es muy majo, simpático y agradable… y ¡parece que hacéis buena pareja!” Ojo, si alguna amiga te dice esto a regañadientes y mostrando una excesiva sonrisa: no se puede ser sinceras con los novios de nuestras amigas. Cualquier adjetivo neutro/negativo puede crear una enorme discusión con nuestra amiga totalmente innecesaria. Lo único que te queda con el paso del tiempo y cuando las cosas se tuercen es decir esa gran frase de “Lo sabía, no era para ti”.

Y tú, ¿Te consideras sincero? ¿Cuántas mentiras piadosas has tenido que hacer para evitar momentos incómodos?

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