9 situaciones con las que las personas alérgicas tienen que lidiar día a día

Si eres alérgico a algún alimento y sufres por ello todos los días, te sentirás identificado.

Seamos sinceros: ser alérgico es un rollo, y más si lo eres a un alimento en concreto (o a varios, lo que es peor). No porque tengas deseos de probarlo ya que, la verdad, no nos apetece suicidarnos; sino porque tienes que estar muchísimo más atento y ser muy cuidadoso con todo lo que comes. El nivel de alergia varía de una persona a otra, los hay que son pocos tolerantes y que quizás no les pasa nada grave si ingieren esa comida, y hay otros que, por el contrario, no son más alérgicos porque no es humanamente posible.

Seas como seas, te comprendemos. Estas son las 9 situaciones con las que una persona alérgica tiene que lidiar día a día:

1. Lees todos los ingredientes de los envases cuando nadie más lo hace. Es así. Antes de comprar nada, tienes que leer y asegurarte de que ese ingrediente no está. Y para colmo, la letra es pequeñísima y en algunos productos se localiza y entiende bastante mal. Siempre acabas preguntándote, ¿qué pone aquí? o, ¿dónde viene en español? Ah, y una cosa: cuanto mayor sean las ganas de que no contenga ese alimento y más buena pinta tenga, más probabilidades hay de que no puedas comerlo.

     

 

 

 

 

 

 

 

2. Comas donde comas, siempre tienes que preguntar y advertir de tu alergia. Perdona pero, ¿esto lleva gluten? ¿o cacahuetes? ¿o marisco? ¿o leche? ¿o huevo? ¿o verdura? ¿o...? Te dicen que no y no te fías. Te dicen que sí y te amargan. Cuando te preguntan que por qué, tienes que decirle 'es que soy alérgico a tal', y ahí viene el siguiente punto.

3. Que te digan "¡Que putada! ¡No sabes lo que te pierdes!" o "Yo no sé cómo puedes vivir sin comer x". Fácil: no sé a qué sabe ni lo echo de menos, porque nunca lo he probado sin que se me hinchen todas y cada una de las partes del cuerpo, me lloren los ojos, se me obstruya la garganta y me salgan ronchas por todos lados. De nada.

4. Que nunca cojas nada de lo que te ofrecen por temor a una reacción alérgica. Típico. Te crujen las tripas, alguien saca algo que tiene toda la pinta de que no puedas tolerarlo, te ofrece, le preguntas si lleva tal, te contesta que no lo sabe y tienes que negarte "por si acaso". 

5. Debes llevar unas pastillas o una jeringuilla para una posible inyección donde quiera que vayas. O debería ser así, en teoría.

6. Tus amigos tienen miedo de darte alguna comida y matarte. "¡Es que no sé que hacerte de comer!", como lenguaje universal cuando vas a casa de un amigo, así como el "mira esto, a ver si lleva x", "¿puedes comer x?", cada vez que estás con ellos y te ofrecen algo. Y así, te acaban enseñando medio frigorífico, o optan por comer ellos y que te busques la vida.

7. Que todos coman algo que tú no puedes y te limites a mirar. Y que tengas ganas de matarlos a todos porque mueres de hambre.

8. Sentirte incómodo al comer con los padres de un amigo y que te hagan una comida específica para ti. Si te sientes tenso cuando estás en la casa de un amigo y no tienes demasiada relación con sus padres, imagínate cuando su madre pulula detrás tuya preguntándote qué es lo que puede comer y qué no, y acaba haciéndote algo diferente, lo que te hace sentir como la peste.

9. Las caras de sorpresa y de compasión cuando le cuentas a alguien sobre tu alergia. Que te hagan miles de preguntas sobre cuándo te diste cuenta, qué es lo que te pasa exactamente, si puede curarse y qué es lo peor que te ha pasadoY que al contestarles te miren como si te fueras a morir mañana y cambien de tema rápidamente.

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