9 cosas que ocurren cuando vives en una ciudad que tiene playa y te mudas a una que no

Vivir cerca del mar y dejar de hacerlo es duro.

1. No te explicas como una ciudad puede ser bonita sin tener mar.

Lo único que ves desde tu ventana cuando miras al horizonte son edificios, edificios y más edificios, por lo que no puedes mirar al horizonte porque tienes el edificio ahí, en primer plano.

2. Echas de menos ese olor tan especial.

Echas de menos el mar, las olas, la arena y la brisa marina, sí, ese olor a mar salado, que te recuerda a familia, amigos y risas.

3. Se acabó tumbarte en la toalla a tomar el sol.

Cuando tienes ganas de tumbarte a coger algo de sol, recuerdas que aquí solo hay parques o aceras y empiezas a caer en un estado de depresión. Se acabó el ponerse morena.

4. Se acabó la comodidad de las chanclas.

Cuando sales a la calle en chanclas la gente te mira extraño. Se termina la sensación de libertad en los dedos de tus pies, el lucir el color de tu bote de pintura de uñas nuevo, la extraordinaria sensación de caminar como si estuvieras descalzo.

5. Tienes que buscar tu nuevo rincón donde refugiarte y relajarte.

Yo soy de las que cuando me estreso o he tenido uno de esos días que no me importaría que se borraran del calendario, voy y busco mi refugio a la playa, allí es donde consigo relajarme y evadirme del día o semana desastrosa que he tenido. (Sí, parece la típica escena de película en la que se ve al protagonista observando al mar y pensando; pero es verdad, funciona)

6. Cuando vuelves a tu ciudad uno de tus primeros planes es ir a la playa.

La playa es uno de esos lugares que más echas de menos, por si no había quedado claro.

7. Hundir tus pies en la arena.

Lo primero que haces cuando vuelves a la playa después de   meses   sin verla (pº6),  es quitarte los zapatos que lleves puesto e hundir tus pies en la arena.

8. Tu verano es playa.

Mientras que para otros son vacaciones en Italia, Francia… Aunque tú te  quedes en tu pueblo, allá en el quinto pino, apartado de la vida en sociedad,  sabes que serás igual de feliz porque tienes playa, y punto.

9. Te despides de una manera muy nostálgica.

Cuando regresas a tu nueva ciudad (la cual no tiene playa), después de que se acaba ese verano/ fin de semana/ puente que tanto deseaste que fuera interminable, te despides de uno de tus lugares favoritos mirando por la ventanilla del avión hasta que pierdes de vista ese azul marino, cual pareja enamorada.  

[Colaboración: Karina Valderruten]

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