Contábamos los días, e incluso las horas, para decir que éramos mayores de edad. Como si de un triunfo se tratara, sacábamos pecho, unos más que otros si nos ceñimos a temas fisiológicos, y nos sentíamos orgullos por encima de todas las cosas.
Si te encuentras en la situación en la que superas con creces (o no tanto) dicho aniversario, te darás cuenta que todo aquello que pensabas hacer no era para tanto. Por el contrario, si aún estás esperando el santo grial, no te desanimes cuando lo logres, no todo es de color negro.
Es común que mucha gente hayamos caído alguna vez en la reflexión todos aquellos deseos que siempre quisimos conseguir, ambiciones que se resumen a continuación.
1. Entrar en todos los locales que quieras. Alguna vez miraste esa puerta y pensaste: “¿Qué habrá detrás?”. Claro que, pensándolo mejor, eran varios los sitios en los que hicieron la vista gorda.
2. Poder deleitarse con la bebida de los dioses y todas sus amigas. Fueron más que una las ocasiones que le pediste a alguien mayor, como si de un héroe se tratase, que te suministrara aquel elixir.
3. Y no sentirte como un alcohólico por hacerlo. Esta situación fue asidua a los encuentros familiares, en la que te miraban cual persona adicta, simplemente por tomarte una copita.
4. Ir a la autoescuela con aires de Fernando Alonso. En el mejor de los casos, con el teórico aprobado, ya sólo te quedaba un escalón para ser como el de Transporter. Lo malo es que al escalón le diera ser una escalera del Machu Picchu.
5. Irte de casa. Todos lo dijimos, todos lo pensamos. Sin embargo, los sueños no siempre son realidad, o sí.
6. Vivir a lo grande la universidad. Es un clásico: “En la universidad estaré todos los días como en American Pie”. A no ser que no des un palo al agua, y que tengas un poco más de suerte que Amador Rivas (o más de un poco), tu vida no será tal desfase diario.
7. Mostrarle la luz a tu cigarrillo. Eran varios los casos de fumar a escondidas, bien en el instituto, bien en algún rincón de tu casa. Y todo ello, ¿para hacerse el chulo?
8. Sentirte vulnerable. No es tanto un deseo, salvo que te subiera la adrenalina al escuchar el típico “ya puedes ir a la cárcel”.
9. Sentirte importante. El llegar a decir “soy mayor de edad” te convalidaba tu ordenación de Sir o Lady.
10. Seguir pensando que vas a seguir creciendo. Porque reflexionar y considerar que aún te queda mucho por aprender no está del todo tan mal.
[Colaboración: Jesús Rafael Moya]