10 cosas que sufres cuando llegan las rebajas

Porque las rebajas están hechas para los valientes.

Por fin llegan las rebajas de verano. Llevas meses guardando escrupulosamente parte de tu paga/salario, rechazando planes de ir de cervezas/cine/fiesta solo para poder pegarte el capricho en rebajas y ahora que, por fin es el día, rompes la hucha y, más feliz que Nicki Minaj con siliconas nuevas, te pones en busca y captura de la ropa con la que has estado fantaseando este tiempo. Pero…

1. Comprar online no es tan fácil. Has estado más de 45 minutos navegando por la web de Zara seleccionando minuciosamente las prendas que llevas teniendo fichadas desde mayo. Ahora que, por fin tienes el carro completo, le das a tramitar pedido pero justo, tu wifi se desconecta, se te va la luz o el servidor se colapsa, ya que otras mil adictas a la ropa, están como tú apretando furiosamente el botón de refrescar. Cuando por fin arranca, ese top de lentejuelas y seda se ha agotado en azul y tienes que volver a rehacer la cesta desde el principio, pero ya no queda tu número de las sandalias que también tenías fichadas. Conteniendo tus ganas de asesinar, acudes a tu centro comercial más cercano confiando en que, en vivo y en directo, comprar sea más sencillo.

2. Las últimas cosas que te compraste, te la encuentras rebajadas. Nada más entrar, ese pantalón de talle alto que te costó sus dolorosos 30 euros, te recibe en el perchero de la entrada. El mismo pantalón que hace un mes te dijo tu madre que esperaras a las rebajas, pero noooo! Tu madre no lo entendía. ¡¡¡Lo necesitabas en ese momento!!! ¿Y si cuando fueras en rebajas ya no quedaba talla? ¿Y si se había agotado en todas las tiendas de tu ciudad? Así que presa de pánico te lo compraste como si no hubiera mañana, para encontrarlo en rebajas acompañado de otros diecisiete pantalones de talle alto de la talla 38 en todos los H&M de Madrid a los que vas. Muy lista.

3. En rebajas, la ropa bonita que llevas mirando con deseo desde Dios sabe cuándo, maldiciendo tu cartera vacía, HA DESAPARECIDO MISTERIOSAMENTE. Ni te esfuerces en buscarla, no la vas a encontrar. Pero no te preocupes, en lugar de eso, un sinfín de camisetas extrañas de los colores más desfavorecedores del mundo con cortes que parecen dados por un maníaco depresivo, cuelgan de todos los percheros bajo el cartel de “50% de descuento”. Lo que te lleva irremediablemente a…

4. …la (deseada y odiada a partes iguales) nueva colección. Iluminada por un foco suave y con cantos de ángeles en tus oídos, la nueva colección se convierte en el centro de todas las miradas. Científicos de todo el mundo han tratado de explicar cómo es posible que siempre que se va de rebajas, acabemos con algo de la Nueva Colección en nuestra cesta, pero viendo que era imposible dar respuesta a ello, han vuelto a estudios más sencillos como es averiguar el origen del universo.

5. Las rebajas son la guerra, y las otras clientas tus enemigas. A todos nos ha pasado de estar mirando tranquilamente prenda por prenda un perchero y coincidir con otra mano en una camiseta. Hay dos opciones, o ser más rápida que tu oponente, o enzarzarte en un forcejeo que puede acabar en un baño de sangre o algún que otro tirón de pelo. Si la otra persona ha resultado más rápida, puedes seguirla disimuladamente (camuflándote tras los montones de ropa) para ver si, tras probarse la prenda, la deja o se la lleva. Porque esa es otra, en rebajas ni una sola tienda está ordenada, sino que se convierten en una especie de mercadillo portugués en el que solo falta la señora bigotuda de rigor gritando “Todo a 3 euros”.

6. Las rebajas te ponen a prueba moral y físicamente. No solo tienes que estar con energía para aguantar tantas horas cogiendo y dejando, probando y soltando, sino que tienes que ir mentalizada para aguantar las interminables colas que te esperan para todo, ya sea probarte la ropa, comprarla… He ido a clases de crossfit de las que he salido menos cansada que de una jornada de rebajas.

7. La norma de “Solo 8 prendas por persona” en los probadores debería ser abolida en rebajas. Y es que ahí estás tú, con tu cesta hasta arriba con una talla más y una menos de cada prenda que has escogido (no vaya a ser que te guste más suelta que apretada), mientras la chica del probador te suelta la frase lapidaria “¿Cuántas prendas llevas?” En ese momento, y aunque sabes que llevas más de media hora recolectando ropa hasta del suelo, rezas por llevar solo 8. Pero claro, en tu cesto de 5 kilos llevas por lo menos 23, por lo que te toca dejarle la bolsa a la chica e ir saliendo a cada rato (volviendo a hacer cola y aguantando las miradas de odio visceral de las otras clientas) para conseguir probarte todo. Del cesto de 5 kilos acabas solamente llevándote un par de calcetines porque encima.

8. Nunca encontrarás tu talla. Esto es algo que siempre sucede en rebajas. Encuentras cinco pares de esas sandalias de tacón de la talla 41 pero ninguna de la 39. Y mientras te preguntas cuántas elfas de Rivendel de dos metros hay que usen la talla 41, te las pruebas porque, en el fondo, un par de tallitas no son nada. “¿Qué no son nada? Su p*** madre” piensas en la boda de tu prima a la que llevas esas barcazas, chancleteando por todo el restaurante mientras tratas de no caerte.

9. Los accesorios no están rebajados. ¡No piquéis! ¡Es una trampa!

10. Pensabas comprar con cabeza y te lías. Tenías una lista mental perfecta de las prendas básicas que necesitabas y que iban a durarte toda la vida (toda la vida en el mundo de la ropa no son más de 4 años) cuando, al final, llegas a casa con tus bolsas llenas de ropa de la nueva colección (es que es taaan bonita), camisetas que no son de tu talla, las sandalias de tacón de número 41 y miles de collares y pulseras que ni siquiera estaban rebajadas. De todas esas cosas usarás la mitad y la otra mitad pasará a formar parte del permafrost que es el fondo de tu armario. Pero no desesperes, dentro de 6 meses, vuelve a haber rebajas.

[Colaboración: Mara Mariño]

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