7 tipos de especímenes que hay en todas las comidas familiares

Hay que apechugar, porque, a fin de cuentas, familia sólo hay una.

Es verdad que es nuestra familia y hay que quererla pero, a veces, comer con ellos es todo un reto.

1. El que ya está borracho en los entrantes.

No falla. Todos tenemos un tío o un primo que, a las dos copas de vino, se pone a proponer cánticos populares para que todos le sigáis, o a hacer comentarios inapropiados (sobre esa tía abuela que se murió el año pasado, por ejemplo).

2. El que cuenta anécdotas que no interesan a nadie.

O porque tienen muchos años, o porque ya las lleváis escuchando las últimas doce Navidades, siempre habrá alguien que intentará amenizar la comida con historietas de su juventud que parecen sólo emocionarle a él. Y cuidado con no hacerle caso, pues se callará esperando un momento de silencio para que todos volváis a prestarle atención.

3. El que te interroga sobre tu vida sentimental.

"¿Aún sigues soltero?" o "¿no crees que deberías ir buscando novia?" son algunas de sus frases preferidas. Y precaución si pasas la frontera de los veinticinco, porque ya empezará a intentar convencerte de que se te está pasando el arroz o a plantearse tu homosexualidad.

4. El que sólo come.

Puede parecer que no está sentado en la mesa, porque apenas le oyes hablar. Sólo te percatas de su presencia cuando ves que la fuente de croquetas ya está vacía, o que entre que vas al baño y vuelves ya no quedan calamares.

5. El de los chistes malos.

No, no tiene ningún tipo de conversación, pero enlazará chistes terribles con chistes verdes (tras los cuales mirarás a tus padres de reojo con incomodidad). Existe una versión menos frecuente que es el que hace chistes a costa de los allí presentes, sintiéndose como un padrino dando el discurso el día de la boda.

6. El que sólo habla de lo ideales que son sus hijos.

Compara sus notas, su comportamiento, su belleza y su capaz intelectual con los de hijos de los demás constantemente. Y, evidentemente, sus nenes siempre ganan por goleada.

7. Los que odian las comidas familiares.

Entre los cuales posiblemente te encuentras tú si te toca compartir mesa cada Navidad con alguno de los anteriores individuos. Pero hay que apechugar, porque, a fin de cuentas, familia sólo hay una.

[Colaboración: Marsu Martín]

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