7. El profesor o la profesora te entrega el examen y sumas automáticamente para ver si es fallo del profesor o te va a tocar sacar a relucir alguna de esas excusas que te ha dado tiempo a preparar en la cola. Aquí puede ocurrir que este bien sumado y estés bien suspenso o que al sumar te de una nota más baja a la que tienes, en ese caso, quién eres tu para cuestionar la manera de contar del profesor, ¿verdad?
8. Toca hacer uso de las excusas.
Que si trabajo por las tardes, que estuve malo o algún familiar lo estuvo y tuve que ayudar en casa porque soy muy BUEN hijo, que lo que se preguntó en el examen no entraba en los apuntes, etc. Lo intentas todo, todas las excusas del mundo van saliendo una a una pero nada, no hay forma.
9. El profesor te dice que si sigues trabajando así te terminará aprobando...
Esta es tu cara en ese momento
... y que a él no le gusta tener que suspender a la gente, a lo que tú, pensando en toooooda esa gente que ha suspendido piensas:
"Pues muy fácil, no nos suspendas"
10. Se te pasa por la cabeza una última opción, la de sobornar al profesor, algo que en tu cabeza sería algo así:
... pero luego te acuerdas de que los últimos ochenta céntimos que tenías en la cartera te los gastaste en un café.
11. Finalmente sales del despacho, sin tu aprobado, pero con tu orgullo intacto. ¿Eso también cuenta, no?
12. Ya sólo se pueden hacer dos cosas, piensas, la primera es estudiar bien la asignatura - el "bien" en este caso es sinónimo de "algo" - y ver cómo reaccionan los novatos a las notas que están colgadas (usad la misma voz grave de antes) en su cooooorcho. Es muy divertido.
Tu vs. Los novatos cuando salen las notas.